CUENTO
Nicanor da la vuelta
Nicanor poco a poco se mudó a lugares más interesantes. Lugares donde el tiempo no transcurre y la vida es eternamente nueva. Vivió demasiados días de dieciséis horas, ocho trabajando, siete atendiendo a los padres y la última antes de dormir, la más hermosa hora, leyendo. Se sumergía en los paisajes de los libros y convivía con personajes oníricos e ilimitados. Y cuando eso ocurría, Nicanor mismo era un sueño, una ilimitación.
Pero cada día siguiente la voz de mamá pidiendo el desayuno, la de papá hablando del periódico. Luego la prisa, el trabajo y regresar a casa. Como un aburrido carrusel al que se está sujeto, porque eso había que hacer, “porque era lo que tenía”, “porque el buen hijo”, “Y si mamá ,y si papá...”. La cosa es que en la noche, como impaciente fugitivo, se lanzaba a leer hasta que lo sorprendía el sopor.
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