Dios tampoco sabía leer
Librado Agustín Ramírez
La maestra y mi papá custodiaban mi menuda figura, mientras yo sostenía el libro entre mis temblorosas manos. Ella con una mirada inquisidora para constatar los resultados de su estrategia pedagógica; él con una vara en la mano para motivar el deletreo. Era la lectura obligada en voz alta para acreditar el primer grado de primaria.
Librado Agustín Ramírez
La maestra y mi papá custodiaban mi menuda figura, mientras yo sostenía el libro entre mis temblorosas manos. Ella con una mirada inquisidora para constatar los resultados de su estrategia pedagógica; él con una vara en la mano para motivar el deletreo. Era la lectura obligada en voz alta para acreditar el primer grado de primaria.
─ ¡Dios mío, qué dice! ─ pensaba entre lágrimas para descifrar esas letras que huían de mi memoria de cinco años.
Creo que Dios tampoco sabía leer, porque no escuché respuesta.
─ Qué haga un buen primero ─ dijo mi papá y la maestra le tomó la palabra.
estimado dubriel: no sabes la cantidad de cosas que le debo a librado. tanto él como su esposa cheli, por alguna extraña razón, me estiman. si lo ves, mándale un fuerte abrazo de mi parte.
ResponderEliminarlole de argentina