Mi primer dia en la preparatoria
Celestino Reséndiz Castañeda
En busca de nuevos horizontes fui un dia a la preparatoria. Gustoso y muy animado asistí a ese centro de estudios. Risas saludos y abrazos hacían la fiesta mis nuevos compañeros en su reencuentro. Su caminar cadencioso denotaba el paso de púberes a jóvenes. Eran ya preparatorianos.
Tocaron la entrada a clases, en tanto venía el maestro los condiscípulos alegres se la pasaron recordando sobrenombres y en comentarios; de muy pocos de nuestros nuevos maestros daban buenas referencias con pelos y señales: el de Historia es un barco, el de química es un perro, cuidado con él; buzos con la de biología, una doctora frustrada; pero el de cuidado... Aguas es él. Entró el maestro que nos impartiría Matemáticas y todos por arte de magia tomamos nuestros lugares. Un ingeniero de aspecto serio y sin más, nos dijo: empezamos el curso jóvenes; tres o cuatro pasan mi materia, y todos creen que es por mi culpa, veamos. Pase usted al pizarrón -le ordenó a alguno-, Escriba: 2X + X - 6 = 0, resuelva esa ecuación; pasó el tiempo y el joven con la mirada perdida por el cielo no puso algún signo en el pizarrón, siéntese ordenó el maestro-. Pase usted -le indicó a otro-. Escriba equis cuadrada más dos equis igual a tres, saque los valores de equis, ni el menor ruido en el salón, el maestro se puso a revisar unos papeles, yo, me hacía pequeño cubierto con el que estaba adelante. Maestro -dijo nuestro compañero que sufría en el pizarrón- terminé la secundaria hace cuatro años y he olvidado las matemáticas; estudiaré para ponerme al corriente. Siéntese le ordenó sin darle importancia. Levantó la mirada y buscó. Pase usted; escriba 3507540, saque raíz cuadrada a ese número, y siguió revisando sus papeles; pasó el tiempo y allá a los minutos se levantó imponente. ¿Qué pasó? ¿No sabe?
-¿Cuándo terminó usted la secundaria?
-El año pasado maestro
-Hace tres años terminó la primaria, ya se le olvidó la Aritmética, pero, en Trigonometría está usted calientito; la estudió hace tres meses, dibuje un triángulo. Demuestre que sus ángulos suman ciento ochenta grados. El maestro se paseo por todo el salón, no me atreví a mirarlo.
-Y ustedes son la esperanza de la patria, ni ecuaciones de primer grado, ni de segundo, ni Aritmética, menos Trigonometría. Y tu papá -se dirigió al que estaba en el pizarrón-, está presumiendo por tener un hijo preparatoriano; y yo, voy a ser el malo. Y sin decir más, sin despedirse, salió.
Tocaron la entrada a clases, en tanto venía el maestro los condiscípulos alegres se la pasaron recordando sobrenombres y en comentarios; de muy pocos de nuestros nuevos maestros daban buenas referencias con pelos y señales: el de Historia es un barco, el de química es un perro, cuidado con él; buzos con la de biología, una doctora frustrada; pero el de cuidado... Aguas es él. Entró el maestro que nos impartiría Matemáticas y todos por arte de magia tomamos nuestros lugares. Un ingeniero de aspecto serio y sin más, nos dijo: empezamos el curso jóvenes; tres o cuatro pasan mi materia, y todos creen que es por mi culpa, veamos. Pase usted al pizarrón -le ordenó a alguno-, Escriba: 2X + X - 6 = 0, resuelva esa ecuación; pasó el tiempo y el joven con la mirada perdida por el cielo no puso algún signo en el pizarrón, siéntese ordenó el maestro-. Pase usted -le indicó a otro-. Escriba equis cuadrada más dos equis igual a tres, saque los valores de equis, ni el menor ruido en el salón, el maestro se puso a revisar unos papeles, yo, me hacía pequeño cubierto con el que estaba adelante. Maestro -dijo nuestro compañero que sufría en el pizarrón- terminé la secundaria hace cuatro años y he olvidado las matemáticas; estudiaré para ponerme al corriente. Siéntese le ordenó sin darle importancia. Levantó la mirada y buscó. Pase usted; escriba 3507540, saque raíz cuadrada a ese número, y siguió revisando sus papeles; pasó el tiempo y allá a los minutos se levantó imponente. ¿Qué pasó? ¿No sabe?
-¿Cuándo terminó usted la secundaria?
-El año pasado maestro
-Hace tres años terminó la primaria, ya se le olvidó la Aritmética, pero, en Trigonometría está usted calientito; la estudió hace tres meses, dibuje un triángulo. Demuestre que sus ángulos suman ciento ochenta grados. El maestro se paseo por todo el salón, no me atreví a mirarlo.
-Y ustedes son la esperanza de la patria, ni ecuaciones de primer grado, ni de segundo, ni Aritmética, menos Trigonometría. Y tu papá -se dirigió al que estaba en el pizarrón-, está presumiendo por tener un hijo preparatoriano; y yo, voy a ser el malo. Y sin decir más, sin despedirse, salió.
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