David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 16 de diciembre de 2012, p. 4
Nueva York, 15 de diciembre. El profesor William Ayers,
veterano luchador por la educación pública democrática, denuncia que las
reformas en el sector que se promueven en Estados Unidos buscan minar la
"voz colectiva" de los maestros, privatizar la administración de un
recurso público y reducir la enseñanza a un examen estandarizado.
Señala que México y otros países que están copiando parte
del modelo que se impulsa aquí "deberían entender un par de cosas: una, se
reduce la educación a algo que sólo se centra en un muy estrecho espectro
cognitivo, en lugar de que sea una introducción robusta y amplia de los
aspectos humanizantes de la cultura entera".
Ilustra: “no me puedo imaginar a los Obama diciendo a sus
hijas: ‘nos gustaría llevarlas al concierto, a clases de violín, al equipo de
natación, al ballet, al club de ajedrez, pero sólo lo haremos si se comprueba
que eso elevará sus calificaciones en los exámenes’. Eso es una locura, ningún
padre privilegiado diría tal cosa; entonces, ¿por qué se lo decimos a un niño
afroestadunidense en Brooklyn? Es un insulto y lo más lejos de la democracia.
Por eso, esa reducción del currículum, eso de deshacerse de las artes, de
educación física, todo eso tendrá consecuencias desastrosas a largo plazo si
uno desea vivir en una sociedad humanizada y democrática.
El experto ofrece un diagnóstico sobre el gran debate en
torno a las reformas del sector que se han promovido durante la última década
en Estados Unidos. Relata que líderes políticos y empresariales han ganado esta
discusión porque lograron definir los términos.
"Cuando encuadras un tema de la manera que deseas,
obtienes la respuesta que buscas. Cada vez que un político toma el micrófono y
dice que necesitamos sacar a los maestros perezosos e incompetentes de las
aulas, todos estarán de acuerdo. Pero si llego al micrófono primero y digo que
todo estudiante de escuela pública merece tener un profesor pensante,
intelectualmente desarrollado, moralmente apto, apasionado, bien descansado y
remunerado, todos estarán de acuerdo también", expresó.
El problema, en este contexto, es que "los poderosos,
los Walton de Walmart, la Fundación de Bill Gates, tienen el micrófono, y han
logrado encuadrar el tema como de incompetencia de los profesores".
Al evaluar el impacto de eso, Ayers señala: "en lugar
de apoyar a los maestros otorgándoles no sólo recursos físicos, sino también
clases más reducidas, reformistas como Gates argumentan que los sindicatos del
magisterio son el gran obstáculo para el progreso en las escuelas. ¿Adónde van
con ese argumento? Esos reformistas tipo Gates desean, primero, destruir la voz
colectiva de los profesores; segundo, imponer la administración privada de un
recurso público, y tercero, definir el aprendizaje como una calificación en un
examen estandarizado".
Abunda: "en torno al asunto sindical, buenas
condiciones de trabajo son buenas condiciones para la enseñanza, y buenas
condiciones para la enseñanza son buenas condiciones para el aprendizaje".
Por lo anterior, afirma, en una reforma del sistema escolar
"los maestros tienen que participar. No son los únicos con buenas ideas,
pero son centrales en cualquier solución".
Ayers rechaza los términos del debate actual, en el cual se
repite que sólo hay dos opciones, algo que de manera reiterada se ve en los
grandes medios, “donde por un lado unos defienden los cosas como están y otros
desean luchar contra los sindicatos y privatizar las escuelas. Eso es falso,
nadie cree que sea aceptable cómo están las cosas en un lugar como Chicago. La
pregunta es: ¿qué hacer?, y ¿cuáles deberían de ser las nuevas normas?
“Propongo una norma muy simple: que lo que la gente más
privilegiada y más sabia desea para sus propios hijos, eso debería de ser la
norma para los hijos de todos.
“Todos esos llamados ‘reformadores’ envían a sus hijos a
escuelas que son muy diferentes a las que proponen para los hijos de otras
personas. Nunca hay que confiar en un reformador que promueve para los hijos de
otros lo que nunca permitiría para los suyos.”
Señala que cuando Barack Obama y su esposa vivían en Chicago
enviaron a sus hijas a la misma escuela de los hijos de Ayers: la famosa
Chicago Laboratory School, donde las clases tenían un cupo máximo de 15
estudiantes, con profesores no sólo respetados, sino sindicalizados y bien
remunerados, con aulas con abundante material didáctico.
"Si es suficientemente bueno para las hijas de Obama y
para los míos, ¿por qué no es esa la norma para los niños en el lado oeste (el
más pobre) de Chicago? Ahí tenemos clases con hasta 40 estudiantes en segundo grado
de primaria. Es atroz."
Se le pidió su opinión sobre todos los datos y documentos
elaborados por expertos que citan los reformadores empresariales y los
políticos para promover sus iniciativas. Respondió: "nada de eso está
basado en investigaciones. De hecho, las propuestas están basadas en la fe, no
en hechos".
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