Lo escrito siempre es necesario
Celestino Reséndiz Castañeda
Celestino Reséndiz Castañeda
-Amigo, urge esto; te vas a Oaxaca, urge esta documentación: Que te den para tus pasajes y gastos y mañana temprano estás aquí de regreso: vete volando y volando vienes, es tarde agarra camino.
-Así lo haré, pierda cuidado compañero -me respondió respetuoso.
Después de una hora lo veo venir, era ya tarde.
-¿Qué pasó? Te dejará el camión, ¿qué esperas? -le dije preocupado.
-El oficio de comisión, profesor -exclamó ceremonioso.
-¡Qué oficio ni que nada! -le dije molesto- allá te conocen, diles que vas de mi parte, no necesitas oficio, te atenderán.
-El oficio es para mi vieja, profesor. La conozco y debe saber de mi comisión -acentúa sus palabras con ademanes expresivos- si no mire, mañana a mi llegada, nomás ni maiz.
-Así lo haré, pierda cuidado compañero -me respondió respetuoso.
Después de una hora lo veo venir, era ya tarde.
-¿Qué pasó? Te dejará el camión, ¿qué esperas? -le dije preocupado.
-El oficio de comisión, profesor -exclamó ceremonioso.
-¡Qué oficio ni que nada! -le dije molesto- allá te conocen, diles que vas de mi parte, no necesitas oficio, te atenderán.
-El oficio es para mi vieja, profesor. La conozco y debe saber de mi comisión -acentúa sus palabras con ademanes expresivos- si no mire, mañana a mi llegada, nomás ni maiz.
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