MAESTRO EN APUROS
Celestino Reséndiz Castañeda
Mi compañero Abel, un maestro guerrerense, se le agotó la paciencia, no pudo más; se le acabaron los recursos, falló la Ciencia de la Educación; ya no encontró métodos y toda su pedagogía se vino a tierra, le fue imposible controlar a su alumno, lo maltrató verbalmente y lo sacó del salón. El niño si perder tiempo acudio con el director quien manda a traer al maestro.
-Profesor -dice el señor director- aquí el alumno se queja porque usted le dijo que es un bruto, es un baboso y a empellones lo sacó del salón.
Al niño se le vino el cielo ancima y empezó a llorar, el maestro no supo que responder ante tal situación; el niño en un acto de valor,levantó su cara, miró a su maestro de frente y afirmó la acusación, que no se hiciera para atrás.
-¿Eso te dije?, - gritó el maestro todo encolerizado.
- Sí, -dijo el pequeño.
-¿Y no lo eres? ¿Y no lo eres?, -respondió en forma explosiva el profesor.
El niño resignado, ya sin lágrimas pero con coraje le contestó de frente:
-Pus si pero no me lo diga.
El director no resistió aquel cuadro, fingió estornudar y salió de su oficina, el profesor con rabia y a grandes zancadas dejó al pequeño en la dirección, avanzó pensativo y a pocos pasos se detuvo y regresó.
-Niño, ven acá. Lo tomó cariñosamente de los hombros y juntos caminaron al salón.
-Profesor -dice el señor director- aquí el alumno se queja porque usted le dijo que es un bruto, es un baboso y a empellones lo sacó del salón.
Al niño se le vino el cielo ancima y empezó a llorar, el maestro no supo que responder ante tal situación; el niño en un acto de valor,levantó su cara, miró a su maestro de frente y afirmó la acusación, que no se hiciera para atrás.
-¿Eso te dije?, - gritó el maestro todo encolerizado.
- Sí, -dijo el pequeño.
-¿Y no lo eres? ¿Y no lo eres?, -respondió en forma explosiva el profesor.
El niño resignado, ya sin lágrimas pero con coraje le contestó de frente:
-Pus si pero no me lo diga.
El director no resistió aquel cuadro, fingió estornudar y salió de su oficina, el profesor con rabia y a grandes zancadas dejó al pequeño en la dirección, avanzó pensativo y a pocos pasos se detuvo y regresó.
-Niño, ven acá. Lo tomó cariñosamente de los hombros y juntos caminaron al salón.
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