jueves, 4 de diciembre de 2008

Historias de Pizarrón

LO QUE NO SE DEBE HACER

Ruperto Téllez Sampedro

Con sueños y esperanzas ingresé a la normal superior para estudiar la especialidad de Biología: quería ser maestro de secundaria. Aunque el salario era poco, insistí a mis padres para que me dieran la oportunidad. Durante mis estudios puse lo mejor de mí y terminé satisfactoriamente la licenciatura.

El siguiente paso fue solicitar plaza a la Secretaría de Educación Pública y al Sindicato. No la obtuve por falta de presupuesto, según dijeron.

En mi camino se cruzó un maestro que me ofreció veinte horas en secundaria a cambio de cincuenta mil pesos. Con mucho esfuerzo mis padres consiguieron esa cantidad y se la entregamos. El individuo desapareció con el dinero sin que haya cumplido el trato. Investigamos dónde trabajaba y lo encontramos; bajo presión devolvió parte del dinero en efectivo y algunos aparatos electrónicos. Reconozco que fui parte de un acto de corrupción en complicidad con un mercenario del sistema educativo. Es una historia, según se sabe, recurrente en el magisterio. A tiempo me di cuenta y rectifiqué.

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