Falta de sentido común
No recuerdo si el grupo me lo dieron o lo pedí, el caso es que en mi primer año de trabajo en la escuela primaria, atendí un primer año. Con temor, pero con responsabilidad trabajé.
¿Lograría en un año lectivo enseñar a mis alumnos a leer y a escribir? Era mi pregunta dia y noche, en mi escuela había otro primero atendido por una maestra con experiencia, me pondría en ridículo si no lo conseguía, sentí gran responsabilidad; seguí mi método con todo cuidado y soñaba a diario que mis pupilos ya eran unos eruditos, al llegar al salón era mentira; algunos confundían todo y otros no distinguían ni la "o" por lo redondo, repasé sin perder la calma, oía a la maestra del otro primero y me llevaba mucha ventaja; trabajé con calma, no sentí la derrota jamás. En el mes de diciembre gran sorpresa, casi la totalidad de mis alumnos, ya leían; algunos con dificultad pero, tenía tiempo para salir adelante. En la segunda quincena de enero me tocó realizar con mi grupo los honores a la Bandera. preparé mi programa y era el momento de presumir mi trabajo. Realicé un concurso intergrupo para sacar al mejor lector le daríamos con júbilo el título de "·Caballero inteligente", le colocaríamos la medallla de honor y sería el primer invitado a nuestro gran banquete; bueno nos comeríamos unas galletas, ¡Qué bonito leyó!: con seguridad, de corrido, con voz de gran político; yo me sentía ancho, útil, no cabía. Me felicitó la maestra del otro primero. Regresamos al salón y preparé el gran recibimiento a Alfredo, unos buscaron con que prender la medalla la cual nosotros confeccionamos, otros sacaron las galletas y los dulces, la comisión de porras y aplausos se preparaba, era regocijo pleno, sería un acto relevante. Alfredo esperó gustoso la indicación de entrar, cuando llegó como tromba la señora directora, entró sin pedir permiso con "la boca espumosa y el ojo fatal" gritando. ¡He dicho que en honores no pongan lecturas! ¿Qué no lo sabe usted señor profesor? ¡Eso es de flojos! y me soltó una bola de pedos y hasta a mis queridos alumnos les tocaron algunos. El conejo. Era el título de la lección, bien recuerdo; no se que pasó después, cosas feas no quiero recordar.
¿Lograría en un año lectivo enseñar a mis alumnos a leer y a escribir? Era mi pregunta dia y noche, en mi escuela había otro primero atendido por una maestra con experiencia, me pondría en ridículo si no lo conseguía, sentí gran responsabilidad; seguí mi método con todo cuidado y soñaba a diario que mis pupilos ya eran unos eruditos, al llegar al salón era mentira; algunos confundían todo y otros no distinguían ni la "o" por lo redondo, repasé sin perder la calma, oía a la maestra del otro primero y me llevaba mucha ventaja; trabajé con calma, no sentí la derrota jamás. En el mes de diciembre gran sorpresa, casi la totalidad de mis alumnos, ya leían; algunos con dificultad pero, tenía tiempo para salir adelante. En la segunda quincena de enero me tocó realizar con mi grupo los honores a la Bandera. preparé mi programa y era el momento de presumir mi trabajo. Realicé un concurso intergrupo para sacar al mejor lector le daríamos con júbilo el título de "·Caballero inteligente", le colocaríamos la medallla de honor y sería el primer invitado a nuestro gran banquete; bueno nos comeríamos unas galletas, ¡Qué bonito leyó!: con seguridad, de corrido, con voz de gran político; yo me sentía ancho, útil, no cabía. Me felicitó la maestra del otro primero. Regresamos al salón y preparé el gran recibimiento a Alfredo, unos buscaron con que prender la medalla la cual nosotros confeccionamos, otros sacaron las galletas y los dulces, la comisión de porras y aplausos se preparaba, era regocijo pleno, sería un acto relevante. Alfredo esperó gustoso la indicación de entrar, cuando llegó como tromba la señora directora, entró sin pedir permiso con "la boca espumosa y el ojo fatal" gritando. ¡He dicho que en honores no pongan lecturas! ¿Qué no lo sabe usted señor profesor? ¡Eso es de flojos! y me soltó una bola de pedos y hasta a mis queridos alumnos les tocaron algunos. El conejo. Era el título de la lección, bien recuerdo; no se que pasó después, cosas feas no quiero recordar.
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