TODO LO QUE SÉ, SE LOS DEBO A MIS MAESTROS
Si
usted ha escuchado por los medios oficiales que los maestros están dejando de
trabajar por “flojos”, que están marchando por las calles de cada capital de
cada estado en este país provocando “caos vehicular” y enfrentándose a los
granaderos, seguramente la primera impresión que usted tendrá de los maestros
será negativa.
Pero, ¿qué le parece si enfriamos la cabeza y vemos más allá
de las versiones oficiales y de las
cosas que se han estado diciendo en la mayoría de los medios tradicionales?
(...)
Lo que
se está cambiando, sin embargo, va por otro lado; tiene que ver con los
maestros, pero no con ayudarlos, sino con juzgarlos, con culparlos, con
castigarlos, con cambiarles sus prestaciones, sus derechos, sus obligaciones.
Por
supuesto que están furiosos. ¿Usted estaría muy contento si hoy le dijeran, por
ejemplo, que le van a quitar su aguinaldo, que le van a condicionar su sueldo a
una evaluación y que todo el tiempo que tiene laborando en una empresa no le va
a servir de nada a la hora de jubilarse?
¿Usted
estaría de acuerdo si, cuando comenzó a trabajar, le juraron que siempre le
iban a dar aguinaldo, que siempre iba a cobrar un sueldo interesante y que, al
final de equis número de años, lo iban a jubilar con una jugosa pensión?
Esos
miles de maestros que usted ve bloqueando las calles tienen el coraje que
millones de trabajadores de otras industrias no hemos tenido en los últimos
años.
Ellos
están peleando lo que les prometieron cuando firmaron, cuando comenzaron a
trabajar, cuando compraron o cuando heredaron su plaza.
Sí,
suena horrible que se compren, se vendan o se hereden plazas de maestro, como
se compran, venden y heredan plazas en muchos otros ámbitos de nuestra vida
nacional.
Pero la
culpa no es de los maestros, es de la gente que está arriba de ellos.
¿Por
qué, en lugar de atacar, culpar y castigar a los maestros, no atacamos,
culpamos y castigamos a los responsables de esta situación?
¿Por
qué, en lugar de vincular la supuesta mala educación que tenemos en México con
los maestros, no la vinculamos con los funcionarios que metieron en esa trampa tanto
a nuestros hijos como a esos trabajadores? ¡¿Por qué?!
(...)
La
próxima vez que a usted, por ejemplo, le cambien la razón social de la empresa
donde deja sus recibos de honorarios para que no pueda hacer antigüedad y para
que jamás tenga derecho a nada, acuérdese de estos maestros que, a diferencia
de nosotros, sí se unen y no se dejan.
La
próxima vez que le digan, entre otras cosas, que la educación en México es mala
y que es así por culpa de los maestros, pregunte en otros países qué les
enseñan a sus niños y si acaso alguien se atreve a culpar a los maestros de lo
que está pasando.
Después
de informarse de cómo está la situación con los maestros le aseguro que tendrá
ganas de unirse a ellos, apoyarlos y de gritar sus ingeniosas consignas como las que a mí, en lo
particular, me gustaron mucho:
¡El maestro luchando, también está enseñando!
¡El maestro luchando, también está enseñando!
cc
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