MALDITOS MAESTROS
Por: Álvaro Cueva
México está lleno de grandes maestros, de hombres y mujeres
que dejan el alma en las aulas, que trabajan en unas condiciones espantosas,
que tienen que lidiar con grupos inmensos y que, a pesar de eso, no se rinden.
Yo, como muchas personas, padecí en carne propia las marchas
y los bloqueos de los últimos días en el Distrito Federal.
Fue espantoso porque, a pesar de las advertencias y de todos
los agentes de tránsito y de seguridad que participaron, a la hora de los
trancazos, nadie sabía nada.
Ni para dónde ir, ni para dónde voltear, ni si aquello iba a
durar más de cuatro horas, ni si lo que más convenía era estacionarse o correr.
Y ni le cuento lo que fue tomar el transporte público. Era
como si el Metro se hubiera puesto de acuerdo con los manifestantes.
Aquello no avanzaba, apagaban las luces y luego con el calor
y la multitud montada sobre la multitud de todos los días, créame, no había
manera de llegar a tiempo a ningún lado.
¿Pero sabe qué fue lo que más me llamó la atención? Los
comentarios de la gente y de muchos comunicadores. Todos, invariablemente,
atacaban a los maestros.
¡Malditos maestros! ¡Son unos holgazanes! ¡No quieren que
los evalúen! ¡Por eso estamos como estamos! ¡Pobres niños!
Yo no creo que nuestros maestros sean unos holgazanes, ni que
México esté perdido ni que la culpa de todas nuestras desgracias la tengan la
CNTE, el SNTE ni la Secretaría de Educación Pública.
Creo que esto es más profundo de lo que parece y que, como
implica mucho dinero y mucho poder, la mezcla de intereses es una bomba tan
pero tan redituable, que más de un medio de comunicación la ha utilizado a su
favor.
Para empezar, México está lleno de grandes maestros, de
hombres y mujeres que dejan el alma en las aulas, que trabajan en unas
condiciones espantosas, que tienen que lidiar con grupos inmensos y que, a
pesar de eso, no se rinden.
Ser maestro sigue siendo algo admirable, una profesión
honesta, un oficio digno, algo que se tiene que seguir reconociendo por la más
elemental humanidad.
Y sí, hay maestros malos, como también hay médicos malos,
agricultores malos, mineros malos y funcionarios malos, pero no por eso todos
tienen que ser lo peor de lo peor.
¿En qué momento el magisterio se convirtió en algo
despreciable?
¿A partir de qué punto todas estas personas, que eran de las
más queridas y de las más admiradas de nuestro país, se transformaron en los
peores enemigos de la sociedad?
¡Ahora resulta que ellos son responsables hasta de la
proliferación del narcotráfico!
A mí sí me pone muy mal esta especie de campaña de
desprestigio porque son más los maestros buenos que los maestros malos, porque
no se la pasan nada bien y porque les están echando la culpa de algo que no les
corresponde.
Mentira que el gran problema de México tenga que ver con la
educación. Mentira que vivimos en un país de gente ignorante. Mentira que en
México no se lea.
Si no estamos a la altura de muchas de las naciones más
poderosas del mundo no es por falta de universitarios, es por falta de un
proyecto de país.
¿A usted de qué le sirve tener una licenciatura, una
maestría o un doctorado si al final de tantos años de estudio no va a encontrar
empleo y, si lo encuentra, le van a pagar una miseria?
Oh, sí, mucha cultura, mucho título, mucha educación. ¿Y lo
demás?
Es como lo de la lectura. Todo el tiempo nos están
machacando que los mexicanos no leemos, que nuestros niños no saben ni leer ni
escribir y, por supuesto, que por eso estamos tan mal.
¿Por qué si en México no se lee, el gran negocio de muchos
intelectuales es escribir libros diciendo que no se lee?
¿Por qué si en México no se lee, tenemos tantas editoriales
tan ricas vendiendo lo que no venden en muchos otros rincones del mundo, ya no
se diga de América Latina?
¿Por qué si aquí nadie lee, especialmente los niños, tenemos
tantas ferias del libro tan grandes permanentemente retacadas de gente que
compra como si se fuera a acabar el mundo, especialmente cuando se trata de
libros para niños?
¡Qué ganas de convencernos de que estamos mal! Qué ganas de
tenernos en la lona y, sobre todo, de vendernos la idea de que todo está pésimo
por el tema de la educación y los maestros.
Sí, ellos salieron a marchar. Sí, ellos salieron a bloquear.
¿Pero no lo han hecho muchas otras personas por otras causas? ¿Por qué ellos
son malos y los otros, no?
Yo no me trago el cuento de que todo lo que ha estado
pasando con los maestros en la Ciudad de México ha sido por un asunto de
evaluaciones. ¿Usted sí?
¡Atrévase a opinar!
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