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En un apartado de la guía de secundaria, para la segunda sesión de los CTE, viene como sugerencia crear un comic que relate una anécdota en la que se haya experimentado miedo o alegría. Mi aportación es que antes de la actividad se lea el cuento: Las lágrímas del dragón y luego se haga una reflexión partiendo de la pregunta generadora ¿Por qué no invitaban al dragón?
Posteriormente pueden escribir una anécdota de algo parecido que les haya ocurrido en su vida, si aún hay tiempo, entonces crear un comic. Parto de un principio sencillo: para crear una película se necesita tener un guión.
Las
lágrimas del dragón
cuento japonés
Lejos, muy lejos, en la
profunda caverna de un país extraño, vivía un dragón cuyos ojos centelleaban
como tizones ardientes.
Las gentes del entorno
estaban asustadas y todos esperaban que alguien fuera capaz de matarlo. Las
madres temblaban cuando oían hablar de él, y los niños lloraban en silencio por
miedo a que el dragón les oyese.
Pero había un niño que no
tenía miedo:
- Taró, ¿a quién debo
invitar a la fiesta de tu cumpleaños?
- Mamá, quiero que invites
al dragón.
- ¿Bromeas?, - dijo la
madre.
- No, quiero que invites al
dragón, - repitió el niño.
La madre movió la cabeza
desolada. ¡Qué ideas tan extrañas tenía su niño! ¡No era posible!
Pero el día de su
cumpleaños, Taró desapareció de casa. Caminó por los montes, atravesando
torrentes y bosques, hasta que llegó a la montaña donde vivía el dragón.
- ¡Señor dragón! ¡Señor
dragón!, -gritó con voz vibrante.
- ¿Qué pasa? ¿Quién me
llama?, - pensó el dragón, sacando la cabeza fuera de su enorme caverna.
- Hoy es mi cumpleaños y mi
madre preparará un montón de dulces, -gritaba el niño-. He venido para
invitarte.
El dragón no podía creerse
lo que oía y miraba al niño gruñendo con voz cavernosa. Pero Taró no tenía
miedo y continuaba gritando:
- ¡Señor dragón! ¿Vienes a
mi fiesta de cumpleaños?
Cuando el dragón entendió
que el niño hablaba en serio, se conmovió y empezó a pensar:
- Todos me odian y me temen.
Nadie me ha invitado nunca a una fiesta de cumpleaños. Nadie me quiere. ¡Qué
bueno es este niño!
Y mientras pensaba esto, las
lágrimas comenzaron a descolgarse de sus ojos. Primero unas pocas, después
tantas y tantas, que se convirtieron en un río que descendía por el valle.
- Ven, móntate en mi grupa -
dijo el dragón sollozando- te llevaré a tu casa.
El niño vio salir al dragón
de la madriguera. Era un reptil bonito, con sutiles escamas coloradas, sinuoso
como una serpiente, pero con patas muy robustas.
Taró montó sobre la espalda
del feroz animal y el dragón comenzó a nadar en el río de sus lágrimas. Y
mientras nadaba, por una extraña magia, el cuerpo del animal cambio de forma y
medida y el niño llegó felizmente a su casa, conduciendo una barca con adornos
muy bonitos y forma de dragón.
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