sábado, 19 de julio de 2014

Historias desde el Biogalón

del Blog de Ticatla

Gusanos inverosímiles y genes parálogos.

Darle la cara a esta realidad nuestra, que parece solo encaminarse al carajo, me lleva hasta el borde no del llanto sino de la parálisis, de sentir que nada vale la pena y que mejor sería no hacer esfuerzo alguno por una sociedad y un planeta que continuará con o sin nosotros y que el bendito Sol se tragará en algunos millones de años. Y luego está esta ridícula idea mía de dedicarme a la ciencia, solo para descubrir que está llena del mismo juego de intereses e insensatez en esplendor que la política, la industria y los otros sistemas a los que critico desde la hipocresía de formar parte íntegra de ellos. Eso y que hacer ciencia, lejos del regocijo del Eureka que imagina la cultura popular, es más bien mantener en pié la fuerza de voluntad ante experimentos fallidos, métodos imperfectos y resultados de escaso valor. Sin mencionar que, si se pierden la visión de largo plazo y la importancia del cómo, la ciencia no sirve para solucionar los problemas que más nos duelen.

A ese tipo de hilos se amarran mis pensamientos en los días que se me cae el ánimo y que no deseo mas que roer el absurdo de mi depresión. Drama de quién no tiene problemas, ridículo o no, pero me pesa como sé también le ha pesado a amistades cercanas e imagino a muchos de quienes hacemos de la biología nuestra vida.

Y luego, bam: poliquetos. Inverosímiles poliquetos, prodigiosos gusanos del mar. Como este:


O este, de otra especie:


Y este, de otra:

Y sí, esto también es un gusano:


¿Dónde están estas maravillas? ¿Qué sabemos de estas especies? Nosotros nada, pero habrá que preguntarle a Alexander Semenov, el biólogo marino que tomó las fotos de arriba (y más) y que trabaja en su identificación

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